miércoles, 10 de julio de 2013

Loeches, un pueblo de leyenda


Loeches es un municipio con un diverso y valiosísimo patrimonio. Tiene además, una gran relevancia histórica derivada principalmente de su intensa relación con el Conde-duque de Olivares, valido del rey Felipe IV. Sin embargo lo que hoy nos ocupa, no es la Historia sino todas esas otras historias que gracias al imaginario popular han ido pasando de boca en boca y de generación en generación, entrando a formar parte del legado cultural de Loeches.

Es el caso, por ejemplo del término lechuzo, con el que se denomina popularmente a los habitantes de Loeches. El origen de este peculiar gentilicio podría estar en un lejano momento en el que, debido a las estrecheces económicas y a la falta de productos cosméticos comerciales, las vecinas de Loeches frotaban sus labios con tocino para hidratarlos y darles brillo, de forma que la gente las comparaba con las lechuzas.

Otro caso, de muy diferente índole, es el que ocurrió (o pudo ocurrir) allá por 1731, en la Iglesia de la Asunción de Nuestra Señora. Estando presente el rey Felipe V, se propagó en la iglesia un terrible incendio. Los lechuzos, orgullosos de su iglesia que bajo ningún concepto querían perder, se dispusieron a sofocar el incendio, cogiendo con sus manos las vigas incandescentes que del techo se desprendían, sin llegar a quemarse. Este hecho dejo atónito al rey, que no podía creer lo que estaba viendo.
En el Convento de la Inmaculada Concepción o
"Convento Grande"
se encuentra el panteón familiar de la Casa Alba

Cuenta también la leyenda, que el Conde-duque de Olivares, que se encontraba en Loeches, paseaba un día con su mujer cerca del Convento de las Carmelitas. Muy religiosos, el Conde-duque y su mujer quisieron visitar este convento, a lo que se negó rotundamente la priora, por ser éste un convento de clausura. El Conde-duque, que era ya una de las personas con más poder en España, además de ser famoso por su irascibilidad, espetó lleno de soberbia a la religiosa: "Os aseguro reverenda, que dentro de pocos años se levantará un edificio delante de este que será vuestro asombro y lo envolverá en la más grande oscuridad". Poco después de esto se iniciaron las obras del Convento de la Inmaculada Concepción, que es conocido por todos como el Convento Grande, frente al de las Carmelitas, que se conoce como Convento Chico.

Otro hecho que tampoco ha sido probado, es el que cuenta que el oro de Moscú estuvo escondido en Loeches, y más concretamente en el Convento Grande. Lo que sí es seguro es que con la Guerra Civil próxima a su final, milicianos republicanos estuvieron escondidos en el citado convento. El hecho de ser este convento propiedad del Duque de Alba, que en ese momento era el embajador de Franco en Reino Unido, pudo hacer creer a los milicianos que ese convento no sería bombardeado. Esto alimenta la sospecha de que pudiera ser guardado allí tan importante tesoro.

Pero no puedo terminar esta entrada sin hablar de la tortilla francesa. Era el siglo XVII cuando la hija de Felipe IV, que se llamaba Teresa por influencia de las monjas del Convento de las Carmelitas (Santa Teresa fue la fundadora del primer convento carmelitano), contrajo matrimonio con Luis XVI, el Rey Sol. Como era costumbre en esa época, Teresa llevó consigo a sus cocineros y demás sirvientes. Un día sus cocineros le hicieron una tortilla sólo con huevo, tal y como Teresa había aprendido con las carmelitas de Loeches. Desde entonces, la receta pasó a llamarse tortilla francesa, cuando ésta  era original de Loeches.

Y es que, realidad o ficción, sucedido o inventado, hay acontecimientos inseparables del patrimonio de un determinado lugar, y sin los que difícilmente podemos entender su historia.

No hay comentarios:

Publicar un comentario