
No es fácil salir de tu burbuja y lo que más
miedo da es el inicio. Madrugando otra vez, aquel lunes me llevó a dar el
primer paso hacia la Consejería de Cultura, Turismo y Empleo, en la calle
Alcalá 31. Una vez dentro, literalmente me perdí y ya pensé que no llegaba...
Ya de buena mañana hay personas que no
están por la labor de ayudarte, pero un hecho tan insignificante no puede
quitarte la sonrisa de la cara y, siendo así, encontré a alguien que
amablemente me indicó la sala a la que tenía que llegar. De golpe y porrazo, me
encontré frente a una docena de personas desconocidas.
Cuando varias personas se hallan en una
misma sala pero la mayoría no se conoce, se empieza a observar cada rincón,
cada reflejo, cada movimiento, puesto todo sirve para analizar el terreno. En
un primer instante y con los nervios, no me fijé en las peculiaridades de cada
uno, pero poco a poco fui recopilando información, cada persona tenía un origen
diferente y cada cual más peculiar, ya lo delatase su piel, su rostro o su
acento. Un largo listado de culturas y procedencias llenó rápidamente mi
cabeza, yo que había crecido en el centro, el resto recorría Madrid de punta a
punta, y ya no solo eso, ¡sino también el mundo!
Tras
esta reflexión, la conclusión fue que todas las personas presentes se
encontraban en la misma situación que yo, nuestro objetivo es pasar esta última
etapa aprendiendo y disfrutando al máximo de todo lo que nos rodea, empaparnos
de lo necesario para que el día de mañana sea más llevadero.
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