martes, 10 de diciembre de 2013


La sierra de Guadarrama esconde detrás de sus hermosos paisajes un legado lleno de historia que podemos apreciar caminando por sus sendas, calzadas y caminos.

En esta ocasión os proponemos dar un paseo por la calzada romana que, construida por los romanos en el siglo I d.C. como vía de comunicación entre un sitio y otro, perdura hasta el día de hoy. Esta calzada unía la ciudad de Titulcia (próxima a Aranjuez) con Segovia, atravesando la sierra de Guadarrama por el Puerto de la Fuenfría, a cuya vera confluye el arroyo de la Venta.

Comenzamos nuestra ruta en el pueblo de Cercedilla en un paraje llamado las Dehesas, donde encontramos el Puente del Descalzo, uno de los puentes que cruza la calzada y que conserva parte del enlosado original.

Al pie del puente encontramos un tramo de la calzada romana no apto para perezosos/as, debido a la inclinación de la misma. Dicho tramo nos llevará hasta el Valle de la Fuenfría, en el cual encontramos varias rutas que podemos realizar. La ruta más conocida es la ruta que nos lleva por el camino de la Republica, desde el mirador de Aleixandre hasta el del Rosales, al pie de Siete Picos.

También encontramos en dicho valle y a la vera misma de la vía milenaria, en la pradera llamada las Coralillas, el albergue de la Real Sociedad Española de Alpinismo de Peñalara. Originalmente construido entre 1917-1921 con pinos de Valsain donados por el Rey Alfonso XIII, este edificio fue posteriormente reconstruido en piedra. Hoy en día se encuentra abandonado.

Un montañero suizo llamado Schmid que estuvo largo tiempo a cargo de este albergue, del cual fue el socio número 13, es conocido por haber señalizado en el año 1926 la senda que lleva del valle de la Fuenfría al puerto de Navacerrada, que comienza al pie del Albergue. También conocida como el Camino Schmid, en honor a su creador, es una de las sendas más conocidas y transitadas de la sierra de Guadarrama.

Superado el último arroyo, el de la Fuenfría, y el último puente, el de Enmedio, una acusada pendiente nos obliga a coronar el puerto de la Fuenfria con el aliento justo. Sin embargo, todo este esfuerzo no es en vano, pues al coronar el puerto podemos recrear la vista con el paisaje, pues desde aquí divisamos Montón de Trigo, un cerro cónico de 2.156 metro de altura que evoca la leyenda de un tacaño que murió sepultado bajo toneladas de cereal. Desde aquí, también podemos contemplar Peñalara que es el pico más alto de Guadarrama y los pinares de Valsaín.

Este puerto era el único paso entre Madrid y Segovia por la calzada romana. Prueba de la utilidad de la calzada es el hecho de que fuera restaurada por deseos del rey Felipe IV. No obstante, la construcción del paso por el vecino puerto de Navacerrada en 1788, relegó el puerto de la Fuenfría a los manuales de la historia y de no ser por los andarines micológicos y demás forofos de Guadarrama, la calzada habría acabado criando malvas bajo un espeso manto de humus y nostalgia.

La vía del puerto se confunde momentáneamente con el camino forestal (carretera de la Republica), pero al cabo de trescientos metros ya en la vertiente segoviana, vuelve a surgir a la izquierda de la pista para descender al par de esta hasta el despejado calvero donde nacen –ya en la provincia de Segovia- las ruinas de casarás o Casa de Eraso. Cuenta la leyenda que en este lugar está enterrado un tesoro de los templarios, aunque según la versión oficial fue mera casa de postas elegida en 1571 por el rey Felipe II, que toma su nombre de Eraso, secretario del rey.
           
Hasta aquí nuestro paseo por esta milenaria vía, que nos hace pensar cuántas generaciones se han servido de esta vía y cómo eran quienes la concibieron, útil y durable, con su caja de grava (estadumen), su capa de hormigón de cal (rudus), sus losas para facilitar la rodadura (summa crusta) y sus muros de contención (margines). Al construirla, no habían podido imaginar que la calzada llegaría a nuestros días.  

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