La sierra de Guadarrama
esconde detrás de sus hermosos paisajes un legado lleno de historia que podemos
apreciar caminando por sus sendas, calzadas y caminos.
En esta ocasión os proponemos dar un
paseo por la calzada romana que, construida por los romanos en el siglo I d.C. como
vía de comunicación entre un sitio y otro, perdura hasta el día de hoy. Esta
calzada unía la ciudad de Titulcia (próxima a Aranjuez) con Segovia,
atravesando la sierra de Guadarrama por el Puerto de la Fuenfría, a cuya vera
confluye el arroyo de la Venta.
Comenzamos nuestra ruta en el pueblo de
Cercedilla en un paraje llamado las Dehesas, donde encontramos el Puente del Descalzo, uno de los puentes
que cruza la calzada y que conserva parte del enlosado original.
Al pie del puente encontramos un tramo
de la calzada romana no apto para perezosos/as, debido a la inclinación de la
misma. Dicho tramo nos llevará hasta el Valle
de la Fuenfría, en el cual encontramos varias rutas que podemos realizar.
La ruta más conocida es la ruta que nos lleva por el camino de la Republica,
desde el mirador de Aleixandre hasta el del Rosales, al pie de Siete Picos.
También encontramos en dicho valle y a
la vera misma de la vía milenaria, en la pradera llamada las Coralillas, el albergue de la Real Sociedad Española de
Alpinismo de Peñalara. Originalmente construido entre 1917-1921 con pinos
de Valsain donados por el Rey Alfonso XIII, este edificio fue posteriormente reconstruido
en piedra. Hoy en día se encuentra abandonado.
Un montañero suizo llamado Schmid que estuvo
largo tiempo a cargo de este albergue, del cual fue el socio número 13, es
conocido por haber señalizado en el año 1926 la senda que lleva del valle de la
Fuenfría al puerto de Navacerrada, que comienza al pie del Albergue. También conocida
como el Camino Schmid, en honor a su
creador, es una de las sendas más conocidas y transitadas de la sierra de
Guadarrama.
Superado el último arroyo, el de la
Fuenfría, y el último puente, el de Enmedio, una acusada pendiente nos obliga a
coronar el puerto de la Fuenfria con el aliento justo. Sin embargo, todo este
esfuerzo no es en vano, pues al coronar el puerto podemos recrear la vista con
el paisaje, pues desde aquí divisamos Montón
de Trigo, un cerro cónico de 2.156 metro de altura que evoca la leyenda de
un tacaño que murió sepultado bajo toneladas de cereal. Desde aquí, también
podemos contemplar Peñalara que es
el pico más alto de Guadarrama y los pinares
de Valsaín.
Este puerto era el único paso entre
Madrid y Segovia por la calzada romana. Prueba de la utilidad de la calzada es
el hecho de que fuera restaurada por deseos del rey Felipe IV. No obstante, la
construcción del paso por el vecino puerto de Navacerrada en 1788, relegó el
puerto de la Fuenfría a los manuales de la historia y de no ser por los
andarines micológicos y demás forofos de Guadarrama, la calzada habría acabado
criando malvas bajo un espeso manto de humus y nostalgia.
La vía del puerto se confunde momentáneamente
con el camino forestal (carretera de la Republica), pero al cabo de trescientos
metros ya en la vertiente segoviana, vuelve a surgir a la izquierda de la pista
para descender al par de esta hasta el despejado calvero donde nacen –ya en la
provincia de Segovia- las ruinas de
casarás o Casa de Eraso. Cuenta la leyenda que en este lugar está enterrado
un tesoro de los templarios, aunque según la versión oficial fue mera casa de postas
elegida en 1571 por el rey Felipe II, que toma su nombre de Eraso, secretario
del rey.
Hasta aquí nuestro paseo por esta
milenaria vía, que nos hace pensar cuántas generaciones se han servido de esta vía
y cómo eran quienes la concibieron, útil y durable, con su caja de grava (estadumen), su capa de hormigón de cal (rudus), sus losas para facilitar la
rodadura (summa crusta) y sus muros
de contención (margines). Al
construirla, no habían podido imaginar que la calzada llegaría a nuestros días.
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