Este es el relato de una ruta, una ruta que parte de
la Villa de Rascafría hasta una zona de alto valor ecológico donde todavía se
conservan tejos milenarios.
En el interior del Valle Alto del Lozoya, oímos hablar
de unos árboles milenarios, concretamente unos tejos. Invadidos por la curiosidad decidimos coger una mochila y
empezar a andar por el valle para encontrarlos y sacar algunas fotos.
El principio de la ruta sigue el camino hacia el Monasterio de El Paular y dejándolo
atrás, continuando por la M-604 llegamos a una zona recreativa de tres
restaurantes. A partir de aquí empezamos a caminar por la vereda del rio Angostura disfrutando de las curvas
de agua cristalina que dibuja su cauce asi mismo nos encontramos inmediatamente
con un estanque de gran belleza.
Es otoño y mientras seguimos caminando podemos
distinguir en el suelo del bosque un elemento típico de la temporada : las
setas.
Vemos gente buscándolas expresamente por el lugar como
"codiciado tesoro", con sus cestos de mimbre y su caminar pausado y
tranquilo. Las setas y hongos de diferentes variedades y sabores son
ampliamente utilizadas en la gastronomía local y sirven de reclamo para muchos
excursionistas y amantes de esta especie vegetal. Hay que tener mucho cuidado
pues algunas variedades son comestibles y otras son nocivas para la salud e
incluso pueden resultar mortales.
Si nos apartamos un poco del río y seguimos por el
camino de tierra podemos disfrutar del sobrecogedor entorno del valle enclavado
entre montes de gran espesor vegetal: pinares y robledales se abren paso a
través del terreno donde conviven multitud de especies como lobos y jabalíes.
Cuando llegamos al Puente de la Angostura nuestro camino se hace diferente y el rumor
de los arroyos que nacen en el monte forman un pequeño concierto a nuestro
alrededor.
Subimos por el camino hasta que llegamos al nacimiento del arroyo
Barondillo. Un poco fatigados hacemos un descanso en el camino y mientras
tomamos un respiro los vemos desde la otra orilla del pequeño pero bravo
riachuelo... Los tejos milenarios.
Nos abrimos paso hasta su lado atravesando el nacimiento del riachuelo,
la tierra encharcada y húmeda de esta zona riega las milenarias raíces de estos
árboles tan peculiares, que aunque desgastados por el tiempo parecen conservar
su robusta fortaleza que les ha facilitado la supervivencia en este entorno.
El Tejo del Barondillo tiene entre 1500 y 1800 años y es uno de los
árboles más longevos de la Península Ibérica.
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